Trastorno Depresivo Mayor: Avances en causas, mecanismos y tratamientos
Major depressive disorder: hypothesis, mechanism, prevention and treatment.
Cui, L., Li, S., Wang, S. et al. Major depressive disorder: hypothesis, mechanism, prevention and treatment. Sig Transduct Target Ther 9, 30 (2024). https://doi.org/10.1038/s41392-024-01738-y
El trastorno depresivo mayor (TDM) es una de las principales causas de discapacidad en el mundo, afectando a más de 300 millones de personas. Se caracteriza por síntomas como ánimo bajo persistente, pérdida de interés, fatiga, alteraciones del sueño, sentimientos de culpa e incluso riesgo suicida. La Organización Mundial de la Salud proyecta que hacia 2030 será la principal causa de carga de enfermedad global.
Este artículo revisa las hipótesis más influyentes sobre su origen, los mecanismos biológicos implicados, y las opciones de prevención y tratamiento, tanto farmacológicas como no farmacológicas.
1. Hipótesis sobre las causas de la depresión
No existe una única explicación para el TDM. Actualmente, se reconocen múltiples hipótesis complementarias:
- Hipótesis monoaminérgica: plantea que la depresión se relaciona con un déficit de neurotransmisores como serotonina, dopamina y noradrenalina. De aquí derivaron los antidepresivos más conocidos, como los ISRS.
- Eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HPA): el estrés crónico altera este sistema hormonal, elevando glucocorticoides que dañan neuronas y desregulan la respuesta al estrés.
- Hipótesis inflamatoria: niveles elevados de citoquinas proinflamatorias y estrés oxidativo parecen contribuir al cuadro depresivo.
- Neuroplasticidad: en pacientes con depresión se observa reducción en la plasticidad cerebral, especialmente en regiones como el hipocampo y la corteza prefrontal.
- Factores genéticos y epigenéticos: la heredabilidad se estima en 30-50%. Se han identificado más de 100 genes asociados, aunque siempre en interacción con factores ambientales.
- Factores psicosociales: experiencias traumáticas, pérdida de vínculos o alta presión social aumentan el riesgo.
En conjunto, estos modelos muestran que el TDM resulta de una interacción compleja entre biología, ambiente y experiencias vitales.
2. Mecanismos y órganos involucrados
El artículo enfatiza que no basta con estudiar un neurotransmisor o una región cerebral:
- Glía y neuronas: se reconoce el papel clave de los astrocitos en la regulación de neurotransmisores, la inflamación y la neuroprotección. Su disfunción se ha observado en estudios post-mortem de pacientes.
- Sistemas periféricos: el intestino, el sistema inmune, las hormonas tiroideas, el estrógeno y la leptina también se relacionan con la depresión, confirmando que es un trastorno de múltiples órganos y sistemas.
- Plasticidad sináptica: cambios en la conexión y comunicación entre neuronas parecen ser centrales en la persistencia de síntomas.
Estos hallazgos explican por qué la depresión suele acompañarse de comorbilidades médicas como enfermedades cardiovasculares, metabólicas o neurodegenerativas, y por qué su tratamiento debe ser integral.
3. Prevención y diagnóstico
Uno de los grandes desafíos es que el TDM carece de marcadores objetivos claros. El diagnóstico sigue basándose en criterios clínicos (DSM-5 e ICD-10).
En cuanto a prevención:
- El manejo adecuado del estrés crónico es esencial.
- Estrategias de estilo de vida saludable (ejercicio, alimentación equilibrada, sueño regular) reducen el riesgo.
- La identificación temprana en poblaciones de riesgo (mujeres, adolescentes, adultos mayores) puede disminuir la carga futura.
4. Tratamientos actuales y emergentes
Los tratamientos se dividen en farmacológicos y no farmacológicos:
Farmacológicos
- Antidepresivos clásicos: ISRS, inhibidores de la recaptura de serotonina y noradrenalina (IRSN), tricíclicos.
- Nuevos enfoques: ketamina y derivados, moduladores de receptores de glutamato, y fármacos que actúan sobre vías inflamatorias o neurotróficas.
- Terapias hormonales: estrógenos o tiroxina en casos específicos.
No farmacológicos
- Psicoterapia: sigue siendo fundamental, sola o combinada con fármacos.
- Estimulación cerebral no invasiva: como la estimulación magnética transcraneal.
- Fototerapia y acupuntura: muestran beneficios en ciertos subgrupos.
- Estilo de vida: ejercicio físico, higiene del sueño y reducción del aislamiento social son medidas con impacto comprobado.
Se están desarrollando estrategias personalizadas, considerando biomarcadores genéticos e inmunológicos para guiar tratamientos.
Conclusión
El trastorno depresivo mayor es una condición multifactorial que surge de la interacción entre genética, cerebro, cuerpo y entorno. La investigación actual apunta hacia un modelo integral y sistémico, donde la depresión no es solo un problema de “química cerebral”, sino una alteración de múltiples redes biológicas y sociales.
El futuro del manejo del TDM probablemente se centre en:
- Tratamientos personalizados basados en biomarcadores.
- Intervenciones multimodales que combinen fármacos, psicoterapia, cambios de estilo de vida y terapias complementarias.
- Prevención temprana, con foco en factores de riesgo sociales y biológicos.
En definitiva, la depresión debe entenderse y tratarse como una enfermedad compleja, pero tratable, en la que la ciencia avanza hacia terapias más eficaces y humanas.