INTRODUCCIÓN
A medida que el mundo se va haciendo más complejo y demandante, han surgido acontecimientos tales como la pandemia Covid-19 que nos han obligado a adaptarnos de manera rápida. La más reciente, la inteligencia artificial (IA) y sus múltiples usos. Las personas pueden sentirse amenazadas en sus trabajos y modos de vida. Entonces, tenemos que recurrir a recursos psíquicos que no siempre están fácilmente disponibles, siendo cada vez más frecuente la aparición de patología mental.
La angustia y la depresión, entre otras patologías, se han constituido en verdaderas epidemias del siglo XXI. Otra queja frecuente es la menor cantidad de tiempo disponible y la incertidumbre por el futuro. Es en este contexto de mayor demanda de atenciones psicológicas y psiquiátricas donde surge la necesidad de rescatar, en un lenguaje accesible y de más fácil comprensión, alguno de los profundos e importantes conceptos de la psiquiatría clásica. Es que, en ocasiones, estos han ido quedando fuera de los manuales clasificatorios actuales, empobreciendo el bagaje psicopatológico necesario para la mejor comprensión de nuestros pacientes y de nosotros mismos.
En el presente libro he intentado hacer una especie de resumen o síntesis explicativa de algunos escritos que la experiencia como docente me ha mostrado importante de conocer y comprender. Este abanico incorpora desde textos clásicos con más de un siglo de antigüedad, como el delirio sensitivo de referencia, hasta corrientes psicológicas de más reciente aparición como la psicología transpersonal, pasando por el complejo de Edipo, el duelo y la esquizofrenia incipiente, entre otros.
Haciendo un rápido recorrido por los capítulos del libro destacamos los siguientes aspectos.
En el caso del complejo de Edipo ya no se trataría de un conflicto en que lo que prima es el componente sexual, sino que, más bien, es la competencia con los padres en todo sentido. Lo que estaría en el centro es el temor o reticencia a superarlos y transitar por un camino propio. Esto implica haber dejado atrás y, simbólicamente, haber matado la identidad infantil y a los padres que la representan para poder construir una identidad personal. Ciertamente, esta nueva identidad incluye en su justa dimensión a los padres, que de esa manera se proyectan en sus hijos.
Freud en su artículo de 1915 “Duelo y melancolía” parte comparando el duelo a la depresión en el sentido que ambos se asocian a una pérdida. Pero, destaca que en la depresión o melancolía (Freud los usa como sinónimos) hay una pérdida del amor a sí mismo, cosa que no sucede en el duelo normal. En la depresión el sujeto se resiste a aceptar la realidad de que el objeto ya no está, que desapareció, que murió. Hay un proceso inconsciente de tratar de negar la realidad. En el duelo normal se acepta dicha pérdida conscientemente y en un largo transitar, el proceso de duelo propiamente tal, el sujeto va incorporando características del objeto desaparecido hasta llegar a una cierta identificación con dicho objeto, al que se puede recurrir cuando las circunstancias así lo aconsejan. Es decir, se constituye en una nueva herramienta dentro del acervo psíquico. El objeto no es un cuerpo extraño agresivo que mora en el interior. Si la relación con dicho objeto ha sido muy ambivalente se va a dificultar dicho proceso. En el caso de la depresión, con su carga de culpa, relaciones objetales parciales cargada de agresividad y una marcada ambivalencia, es como si la negación de la pérdida hiciera que el objeto quedara enquistado y atacando desde dentro al melancólico -a modo de superyó sádico- que establece una identificación narcisista con dicho objeto. En el duelo se empobrece el mundo, pero en la depresión se empobrece el yo.
En “La capacidad para estar solo”, Winnicott postula que es una de las manifestaciones más importantes de madurez y salud mental. Es la posibilidad de estar solo pero en compañía de otro -cuyo paradigma es cuando el bebé puede jugar y explorar el mundo sin interferencias pero sabiendo que está en compañía de su madre que lo va a socorrer en caso necesario- y expresa una confianza básica en el mundo y en las relaciones con los demás. En dicha capacidad se expresa otra característica de la madurez y sanidad psíquica como es la posibilidad de ser creativo. Es poder contemplar al propio aparato psíquico sin mayores aprensiones y con una consciencia atenta a las manifestaciones que de él van a surgir.
En la introducción a la psicología junguiana se plantean aquellos señalamientos que me parecen centrales en sus postulados haciendo especial énfasis en el proceso de individuación, eje angular estructurante del pensamiento de Jung. Dicho proceso significa el desarrollo del plan de vida, del sentido de vida, particular y único de cada uno. Solo si esto acontece la vida será sentida como una aventura digna de ser vivida con la primacía de un sentimiento de logro, satisfacción y placer. También se tratan otros conceptos como el inconsciente colectivo y los arquetipos, la sombra, el ánima/ánimus, el self, las actitudes (introvertida y extravertida) y funciones psíquicas. Sin dejar de lado los sueños y la espiritualidad, pues Jung postula que la función religiosa (sin adscribirse a un credo en particular) no es la sublimación de algo sino que tiene una existencia propia en la psique.
La psicología transpersonal puede ser entendida como la expresión de una amalgama de aspectos que van más allá de la simple salud psíquica incorporando estados de bienestar que incluyen a la esfera espiritual o trascendente. Postula que no basta con estar libre de síntomas. La psique normal, y siguiendo las ideas de Carl Jung de una pulsión espiritual o religiosa primaria, necesita encontrar una razón que le de sentido a la vida y que la prepare para el inevitable fin en la perspectiva que una vida exitosa sólo lo es en la medida que prepara al individuo para la muerte. Esta pulsión podemos entenderla como una compensación a la aparición de la consciencia y a las preguntas que de ella surgen: de donde venimos, hacia donde vamos, qué ocurre después de la muerte. No es algo que el ser humano se haya propuesto inventar, sino que aparece espontáneamente como una compensación a las profundas incertidumbres que provoca una paulatina toma de consciencia.
En psiquiatría hablamos de depresiones mayores o endógenas, con lo que estamos expresando que aquellas depresiones más profundas tendrían un componente endógeno. ¿Qué queremos decir con lo anterior? Tellenbach postuló que previo a la aparición del cuadro depresivo existe una manera de ser que predispone a aquello y que denominó typus melancholicus. El endon o lo endógeno es lo que va a posibilitar el despliegue único de la personalidad en cada uno de nosotros, pero hay ocasiones en que factores hereditarios, congénitos y medio ambientales nos puede predisponer a una depresión mayor. Hay elementos previos, como la ordenalidad, la remanencia (que tiene que ver con la temporalidad) y la includencia (con la espacialidad) y que podemos observar y diagnosticar con mayor nitidez en el typus melancholicus de personalidad, tratando de prevenir que no se produzca una depresión.
Refiriéndonos a los aspectos centrales del “Delirio Sensitivo de Referencia” de Kretschmer, lo fundamental son ciertas características que hacen que una persona sea especialmente sensible a la crítica y a las frustraciones particularmente de tipo amorosas, pero también laborales y académicas, y que en un contexto en que se manifieste una triada compuesta por el carácter, el medio ambiente donde vive y una particular vivencia vergonzante o humillante, pueda desarrollar un trastorno delirante que en general se va a solucionar sin transitar a la cronicidad.
En un notable trabajo, “La esquizofrenia incipiente”, publicado en 1958, Klaus Conrad identificó aquellas particularidades que se manifiestan en las primeras fases de la esquizofrenia -e incluso antes que se sospeche de la enfermedad- y como esta se va desarrollando a posterior. Acá aparecen conceptos como el trema, la apofania, la anastrofé, y las fases finales del proceso esquizofrénico como la apocalipsis, la consolidación y el estado residual.
Finalmente me gustaría agradecer a tantas generaciones de estudiantes sin cuya inspiración no hubiera sido posible este trabajo.